Al igual que aquellos que piensan que en la Antártida se encuentra el muro de hielo de delimita nuestro planeta con el espacio exterior, los hay que todavía dudan de la llegada del hombre a la Luna. Ironías de la vida, la teoría de la conspiración más repetida en la historia partió de una simple broma.
Un dato demoledor que no dice nada bueno de nuestra civilización, y que probablemente podríamos aplicar a casi la práctica totalidad de las teorías de la conspiración que escuchamos. Para que hoy se celebren esos 50 años desde que pisamos la Luna, se necesitó la ayuda de casi medio millón de empleados y contratistas de la NASA. En cambio, para que calara la idea de que semejante aventura era un simple engaño, se necesitó únicamente a una persona.

Cuando hablamos del “engaño” o fraude del aterrizaje en la Luna nos referimos a la creencia, por surrealista que parezca, de un grupo persistente de personas que piensan que los aterrizajes de la Luna de la misión Apolo de finales de los sesenta y principios de los setenta fueron escenificados y películas falsas de propaganda producidas por la NASA en pos de avergonzar a la URSS en el marco de la Guerra Fría.
Lo cierto es que con la llegada de Internet, esta teoría ha pasado a forma parte de la cultura popular, principalmente como meme. A su vez, la forma exacta de tales creencias ha variado con los años, y puede abarcar desde “los astronautas del Apolo nunca fueron al espacio” hasta “finalmente aterrizaron en la Luna, pero el primer aterrizaje fue falso”, por no mencionar otras afirmaciones más descabelladas.

Sea como fuere, para entender cómo fue posible el absurdo tenemos que remontarnos a finales de 1969. En diciembre de ese año el jefe de asuntos públicos de la NASA, Julian Scheer, se encontraba reunido con un grupo de expertos en aviación en Kitty Hawk, Carolina del Norte, para llevar a cabo una presentación.
Había pasado medio año desde que la misión Apolo 11 culminara con éxito la llegada a la Luna, y Scheer, en tono jocoso y distendido, mostró una serie de películas que mostraban a astronautas y equipos científicos en lo que parecía ser un paisaje lunar.
Scheer reveló al final de las piezas que las imágenes fueron tomadas todas en la Tierra, durante ejercicios de simulación en las instalaciones de entrenamiento espacial de la NASA. La frase que se escuchó entonces, y que probablemente Scheer jamás pensó que llegaría a tanto, fue la siguiente:
En realidad, puedes falsificar cualquier cosa desde el suelo, casi hasta el punto de la decepción. Les invito a que lo piensen y tengan su propia decisión sobre si el hombre realmente caminó en la Luna.

Por supuesto, aquello no era más que una broma socarrona que acabó con guiño de ojos al personal y que estaba destinada para la décima reunión anual de la denominada Man Will Never Fly Memorial Society, una sociedad, o club social satírico, compuesto por un grupo de pilotos y ejecutivos de aerolíneas a quienes les gustaba que sus noches de alcohol se sirvieran con ironía y grandes dosis de sarcasmo.
Aquella presentación de Scheer que aludía al absurdo de lo impensable que era suponer que el aterrizaje lunar era un engaño elaborado y que había sido minuciosamente construido desde los niveles más altos del gobierno de Estados Unidos, iba a ganar atención entre unos pocos pero muy ruidosos personajes.

Tanto fue así, que la propia NASA tuvo que salir al paso en 1977 con un textoinformativo bajo el título de “Did U.S. astronauts really land on the Moon? Yes. Astronauts did land on the Moon” para desacreditar cualquier teoría de la conspiración.
Sin embargo, surgió un tipo que lo iba a cambiar todo: el escritor Bill Kaysing. El hombre se movía en círculos que apoyaban la broma iniciada por Scheer, y lo que comenzó como “una corazonada, una intuición”, pasó a convertirse en una “verdadera convicción” de que Estados Unidos carecía de la destreza técnica para llegar a la Luna, o al menos así lo quiso creer para sacarse un dinero.

Curiosamente, Kaysing había contribuido al programa espacial de Estados Unidos, aunque de manera tenue: entre 1956 y 1963, el hombre fue empleado de Rocketdyne, una compañía que ayudó a diseñar los motores del Saturn V. Cuando dejó el trabajo se dedicó a viajar y se convirtió en una especie de hippy de la época. Poco después, algunas editoriales le sacaron varios libros, todos enfocados a la aventura, donde enseñaba estilos de vida saludable con muy poco dinero.
Un día, el escritor conoció a un tipo llamado John Grant, un adicto a la heroína sin hogar y veterano de Vietnam que se vinculó con Kaysing por ese desprecio mutuo por el sistema. Grant le sugirió que podría usar su influencia como escritor para socavar al gobierno. “¿Y si escribes algo realmente escandaloso?”, le dijo.
Ese libro de ficción se hizo realidad en el año 1976, meses antes de que la NASA optará por publicar el texto que debía tirar por tierra cualquier idea falsa. Kaysing publica We Never Went to the Moon: America’s Thirty Billion Dollar Swindle, donde trata de evidenciar con teorías ridículas la falsedad de la llegada a la Luna.

El hombre advertía a sus lectores que no podían confiar en la evidencia televisada que habían visto con sus propios ojos, y ello a sabiendas de que el libro fue pensado como un engaño. “Acordamos”, dijo a un periódico, “que sería una parodia, una sátira”.
El escritor comentaba en ese mismo artículo que se había inspirado en Dr. Strangelove de Stanley Kubrick. También citó la influencia de Executive Action, el largamente ridiculizado thriller de conspiración de 1973 que ficcionalizó el asesinato de John F. Kennedy. Por cierto, Kaysing llegó a decir con orgullo que ni siquiera se había molestado en ver las imágenes reales del Apolo 11 en 1969 o que prestara atención a las noticias sobre el evento.

En esencia, y cuesta creer que este engaño haya llegado hasta el año 2019, We Never Went to the Moon describe la vaga forma de la teoría de la conspiración tal y como la conocemos hoy: esa urgente necesidad política de superar a la Unión Soviética, las supuestas anomalías ópticas percibidas en las fotografías lunares, o la pretendida escena sonora subterránea en Nevada y la participación de Stanley Kubrick.
Aquel libro estableció la semilla que se mantiene viva hasta el día de hoy en muchas películas de Hollywood y documentales, en los foros de Reddit o en los mismos canales de YouTube. [Moon Landing Hoai, Gen, Wikipedia, Space]