Pixar tiene algo que resulta infalible, no esperamos nada muy novedoso y aun así logra sorprendernos…Quizás el mayor desafío que tenía ante sí ‘Toy Story 4’ era el de continuar una historia que ya pensábamos terminada debido al tono de despedida que dejó la última entrega, donde se trataban temáticas un tanto oscuras, como el fin de la relación de los niños y sus juguetes junto a la misma cara de la muerte, en el incinerador de basura. Entonces… ¿cómo logramos que las aventuras de Woody, Buzz y todos los juguetes no fueran más de lo mismo?
Los secundarios, por su parte, están entre lo más notable de la película, y casi son los mejores de la serie: el increíble Duke Caboom que le roba protagonismo al mismísimo Buzz Ligthyear y que con la voz de Keanu Reeves está, por supuesto, a la altura del personaje. Jordan Peele y Keegan-Michael Key son la voz de los peluches siameses con esa rutina de serie de televisión norteamericana que siempre funciona. Y Forky, en fin, no solo es un estupendo refresco del argumento, sino que visualmente es, como Duke Caboom, un gran descubrimiento.
La historia, las aventuras de los personajes los postcréditos, y hasta la escena casi imperceptible de familia homoparental que aparece en el primer día de clases de Bonnie, hacen que Toy Story 4 sea una película entretenida, divertida y conmovedora de principio a fin, con una notable y excelentísima calidad de la animación y que, aunque, no pretende superar a la primera, logra una narrativa liviana, simpática y con un tono emocional que nos conmueve y no decepciona a quienes hemos seguido la historia de estos juguetes por más de 24 años.
/carolina braun